Milagros Lorenzo, ‘Itos’ para los amigos, es una antigua alumna que nos cuenta qué importancia tuvo para ella su paso por CEFOPP.
P: Para que todo el mundo se sitúe, cuéntanos quién eres y algo de tu trayectoria
R. Soy Milagros Lorenzo Méndez, y nací en Orense en 1964. Cuando estaba estudiando no tenía nada claro a qué quería dedicarme. Mi instinto me orientaba hacia la rama sanitaria, pero tampoco de una forma muy concreta. No sabía si quería trabajar con animales, con personas… La cuestión es que como no pude entrar ni en veterinaria ni en enfermería tuve que escoger otra alternativa e hice psicología. Y aunque no tenía mucha relación, la realidad es que ahí fue cuando de verdad comencé a disfrutar del estudio.
En cuarto de carrera tuve mi primer contacto con niños con dificultades. Reconozco que fue un mes muy duro. Lo pasé fatal, y me enfadaba muchísimo al ver las carencias de los niños. Al cabo del mes, mi visión cambió y empecé a disfrutar compartiendo el juego con ellos. Dejé de sufrir y me abrí a sus posibilidades de juego.
Después hice dos años de formación en Madrid y en Italia sobre rehabilitación de drogas. Muy vivencial e intenso, con psicodrama, dinámica de grupo… toda una experiencia. Con lo aprendido me metí en el grupo pionero del Proyecto Hombre de Galicia, y estuve nada más y nada menos que 16 años. Y fue justo durante ese tiempo cuando empecé a tomar una consciencia muy clara de la importancia de las cosas vividas en la primera infancia y la trascendencia de los vínculos que se forman de niño para las relaciones futuras.
P: ¿Y cómo descubres CEFOPP?
Sentí que esa etapa de trabajo con adultos se había terminado y decidí formarme en algo relacionado con niños. Busqué en muchos lugares, universidades… pero no encontré nada. Un día, en una librería, encontré un libro de Aucouturier: “Por qué los niños se mueven tanto” y ahí vi la referencia de CEFOPP. Les llamé, me dio buena impresión y me apunté al primer curso básico en 2004.
P: ¿Cómo recuerdas ese primer curso?
Me fui a Madrid; no conocía a nadie pero me lancé. ¡Y salí emocionada! Nos lo impartió Mary Ángeles, la directora del centro, y fue increíble. Ahí entendí algún sentido de los juegos de los niños, aquello que yo jugaba con mi hijo,cocodrilos, dinosaurios… Yo buscaba otra clave en la forma de trabajar y aquí la encontré. Y esa clave era la vía corporal. El juego y el cuerpo. Me llenó tanto que decidí apuntarme a cursos de movimiento consciente en otros centros y al Curso Anual de Práctica Psicomotiz en CEFOPP.
P: ¿Qué te aportó ese curso anual?
Me aportó entender más profundamente el desarrollo psicológico del niño. Me ayudó a despertar el interés de observar más al niño, de confiar más en él, de mirarlo más. Me abrió luces a mi propia niña, a mis debilidades y a mis fortalezas. Es algo que te toca mucho la parte personal. Entré en conflicto como madre; me cuestionó mucho a todos los niveles. Pero vi claramente que era una oportunidad que tenía que poner en práctica. Yo quería trabajar en esto.
P: Y a partir de ahí, ¿cómo ha sido tu evolución profesional?
La verdad que podría decir que esa evolución empezó ya durante el propio curso. Barajé varias opciones para hacer las prácticas que me exigían en Cefopp, pero no veía muchas posibilidades en Galicia. Pero un día se hizo la luz y me vino la idea a la cabeza: crear mi propio proyecto de hacer un grupo de psicomotricidad extraexcolar y presentarlo en el ayuntamiento. Y con mucho trabajo y empeño, lo conseguí.
Algunas amigas, maestras de infantil, me ayudaron a conseguir niños. Empezamos solamente con ocho y el ayuntamiento inicialmente me dio dinero para el material. Pero yo me empeñé en que lo subvencionara, y no como una actividad extraescolar sino como parte de un programa de prevención y apoyo a nivel madurativo. Tuve que pelear mucho, pero se consiguió y es como está en la actualidad.
Todo eso me permitió estar en contacto con profesores, algo muy positivo para la continuidad del proyecto. Ellos mismos veían los beneficios y por tanto lo divulgaban y apoyaban. Incluso en algún colé el personal de limpieza recomendaba a sus amigas que llevaran a sus hijos a psicomotricidad. Así que empezaron a llegar también hijos de profesionales de los centros. Y poco a poco fue incrementándose la demanda hasta llega ra 120 niños en la actualidad.
La cuestión es que ese crecimiento hizo que decidiera dedicarme íntegramente a la psicomotricidad (hasta hace unos años también trabajaba en un programa de adopciones). Creé una empresa y ahora mismo estamos en tres colegios y con un montón de nuevos proyectos por delante. Queremos entrar en más escuelas y estamos intentando que la Xunta de Galicia nos ayude en un proyectos para favorecer que los niños con discapacidad que lo solicitan puedan tener libranzas para apoyo a nivel psicomotor. Seguro que lo conseguimos.
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